El pasado 5 y 6 de junio nos reunimos en Charleroi (Bélgica) varias organizaciones de distintos países de Europa bajo en el grupo de trabajo sobre autordiades locales de la red Access to Land para participar en una formación sobre diálogo territorial.

Access to Land es una red compuesta por una quincena de organizaciones de doce países de Europa. Todas ellas trabajan localmente para preservar las tierras de cultivo y apoyar la instalación de agricultores agroecológicos. Algunas se dedican exclusivamente al acceso a la tierra, mientras que otras se embarcan en esta cuestión a través de otros objetivos como son la promoción de la agricultura ecológica o campesina, formación de nuevos agricultores, protección de los recursos naturales y de la biodiversidad, etc.

El objetivo principal de la red es fomentar el intercambio de experiencias (talleres, visitas de estudio, etc.) y la producción de recursos educativos (guías prácticas, infografías, recursos web, etc.) para reforzar las iniciativas de acceso a la tierra en Europa. La red también tiene la intención política de hacer hincapié en los problemas de acceso a la tierra ante los representantes institucionales e implicarse en el debate político europeo. Desde hace un año Red Terrae está participando como entidad colaboradora.

 

El diálogo territorial es un enfoque participativo

centrado en la co-construcción de un diagnóstico y de soluciones por parte de los agentes involucrados. Este tiene como objetivos la resolución de un conflicto o problema y la mejora de las relaciones entre las partes. La formación fue impartida por Philippe Barret, de la consultora francesa Geyser, que trabaja en la mejora y aplicación del diálogo territorial y los saberes locales para la transición. Su amplia experiencia se unió durante las jornadas con la de los participantes, para crear un mosaico de aprendizaje mutuo.

Así, durante un par de días, exploramos cuestiones como la diferencia entre diálogo y debate, cómo movilizar a agentes que no se sienten interpelados, la diferencia entre entender y estar de acuerdo, la importancia de la neutralidad en el rol de mediador, y cómo usar la diferencia de percepciones de forma favorable. Todo ello sin dejar de lado el aprendizaje de los errores, el conocimiento del territorio que nos acogía, ¡ni la celebración!

Pinceladas de lo que nos traemos

  • No es necesario estar de acuerdo con alguien para entenderle. A la hora de analizar la situación de partida y las distintas realidades que se nos presentan, es imprescindible que las partes se entiendan entre ellas, no que estén de acuerdo.
  • En el contexto de un trabajo conjunto para diagnosticar los problemas y atajarlos, el debate puede ser contraproducente. Hay una importante diferencia entre diálogo y debate y, mientras que el segundo puede ser un ejercicio muy estimulante y enriquecedor en ciertas situaciones, no lo es en la resolución de conflictos.
  • En un proceso de mediación, nos interesan mucho las necesidades y percepciones de las partes implicadas, no así tanto las opiniones. Para evitar bloqueos en la conversación, preguntar qué es importante y cuál es la percepción sobre una cuestión es usualmente más efectivo que preguntar la opinión sobre la misma cuestión.
  • Uno de los objetivos del diálogo es ampliar los puntos de vista. Ninguna persona sola puede ver la realidad de forma completa y compartir puntos de vista puede hacernos reparar en aspectos que no habíamos percibido.
  • La mediación es un arte de movimiento. Puede ser muy útil introducir un movimiento adecuado a la situación y el público para estimular el entendimiento y el avance. Por ejemplo mantener ciertas conversaciones durante un paseo por la zona o que los participantes se cambien de sitio durante la sesión.
  • La neutralidad es una posición que se puede adoptar incluso cuando normalmente trabajamos con ciertos objetivos o intereses. Un mediador de una organización con ciertos ideales puede facilitar exitosamente procesos de diálogo territorial siendo muy claro al adoptar su posición de neutralidad. Si se lleva a cabo con claridad, este movimiento no tiene porqué socavar la confianza de los participantes ni trabar el diálogo. Para ello, necesariamente, también tendrá que comprometerse con actuar de forma neutral e imparcial durante todo el proceso. Así, un buen mediador, antes de aceptar este papel, se preguntará si puede y quiere hacerlo, teniendo en cuenta el tema, sus ideales propios, las partes implicadas, etc.
  • Tratar de garantizar la equidad durante un proceso no tiene porqué estar reñido con velar por la neutralidad del mismo. Se puede reforzar la participación de una parte para que todas jueguen con mayor igualdad de oportunidades, sin tomar partido por ella.

Aplicación directa con DILAS

Claramente, todo esto puede tener una aplicación directa en el papel que desarrollan los DILAS en sus áreas de influencia, como agentes clave en el diálogo territorial. Muchos de los contenidos por los que pasamos se solapan y complementan con los de la formación de Dinamizadores  de Iniciativas Locales Agroecológicas.

La formación se abrió con la pregunta de qué entendemos por diálogo territorial. ¿Qué es el diálogo territorial? Así primero nos lo planteamos en nuestro fuero interno y después hicimos una puesta en común para preparar el terreno para el resto de las dos jornadas. Aunamos  entendimientos y debatimos sobre la importancia de tener en cuenta a seres no humanos y cómo hacerlo, la condición de nicho o burbuja de estos temas, o la cuestión de si una problemática se presta al diálogo territorial en el caso de que solamente haya una parte implicada. Fue interesante ver cómo podemos enfocarnos desde puntos de vista más técnicos, filosóficos, abstractos, etc.

Muchas de las cuestiones que supusieron mayor dificultad o riqueza de matices al comienzo fueron las que se fueron repitiendo durante el resto de la formación, ganando entendimiento y profundidad y, en algunos casos, claves sobre cómo manejarlas. Por ejemplo, el concepto de inteligencia territorial despertó cierta confusión y finalmente, aunque no de forma unánime, estuvimos de acuerdo en que engloba aspectos importantes como no considerarnos a los humanos los únicos agentes en este juego.

¿Representaba el idioma una dificultad añadida a la hora de reflexionar juntas sobre cuestiones complejas?

Solamente una de las personas presentes durante las jornadas era nativa de la lengua común de trabajo. A la hora de jugar con los matices de las palabras, sus zonas grises y significados más sutiles, aunque nos sintamos cómodos en una segunda lengua es normal que echemos en falta expresiones a las que solemos recurrir. Tampoco es de extrañar que la traducción de palabras clave empañen los matices con los que esa misma palabra se usa en la otra lengua. Por lo tanto, es interesante generar conceptos comunes y absorber cómo el lenguaje se desarrolla en el idioma en el que solemos trabajar y en otros en los que nos queremos comunicar.

Al mismo tiempo, es útil elegir en qué momentos nos embarcamos en debates para clarificar una expresión y cuándo es preferible avanzar aunque no todas sintamos que se ha dado completamente en el centro. Embarcarnos en discusiones eternas donde da un poco la sensación de que todo el mundo está de acuerdo pero aún así seguimos rebatiendo puede alejarnos del foco real y resultar insatisfactorio.

Esto también es extrapolable al contexto de trabajo habitual de DILAS y dinamizadores en general. Bioregioning puede sonar muy bien en inglés y ser entendido a las mil maravillas en según qué contextos, pero también hay posibilidades de que si usamos ese término, o el de Biorregionalismo, en una situación poco adecuada generemos rechazo o escepticismo y nos alejemos de las otras partes involucradas. Así, debemos tratar de encontrar los puntos de entendimiento y movernos desde ellos, sin intentar introducir conceptos teóricos innecesarios que puedan general rechazo simplemente porque expresan justo lo que queremos decir.

En cuanto a la necesidad de neutralidad e imparcialidad, es útil recordar que a pesar de tratarse de dinamizadores con un claro posicionamiento respecto a las prácticas agroecológicas, es posible tomar un rol neutral para facilitar ciertos procesos.

Especial dificultad tuvimos durante los ejercicios prácticos para comprender la diferencia entre establecer las problemáticas a tratar y ofrecer soluciones demasiado pronto. Desde la propuesta del diálogo territorial, durante la etapa de diseño del marco del diálogo, debemos establecer:

  • Los objetivos a alcanzar, como solucionar un problema o preparar un proyecto;
  • Los productos que esperamos generar durante el proceso, como un plan de acción;
  • Los asuntos que queremos tratar durante el diálogo, o que queremos excluir del mismo.

Durante esta fase no se trata de poner soluciones aún, sino de dejar el espacio abierto para hacer un correcto análisis de la situación con las partes implicadas sin que entre en juego una discusión sobre las formas de mejorar esta situación. La parte de ofrecer soluciones, compartir experiencias previas, sopesar alternativas, negociar medidas, etc. es después.

Parece obvio el interés de no saltar directamente a la parte de soluciones, pero a la hora de aplicar la teoría a los retos a los que nos enfrentábamos en los diferentes territorios en los que trabajamos, pudimos observar rápidamente como en muchas ocasiones nos adelantamos y, a la vez que incluimos en el marco un tema a tratar, ya estamos aparejándose una o varias posibles soluciones.

A la vez que puede ser útil no lanzar nuestras propuestas demasiado pronto, también es clave movernos hacia adelante y evitar volver al análisis de la situación y a las posibles quejas o reproches una vez que estamos trabajando en las soluciones. Idealmente, se daría lugar un correcto entendimiento por las partes y que todas se sientan escuchadas y después nos moveríamos a generar las soluciones necesarias teniendo todas las necesidades en cuenta.

Cerrando, el proceso de diálogo territorial se desarrolla con vistas a que las partes continúen  en comunicación una vez el agente externo desaparece, manteniéndose el diálogo en el territorio. Esto tiene todo el sentido y encaja perfectamente con el rol de DILAS, no se trata de generar dinámicas de dependencia sino de empoderar al territorio en su propia inteligencia y capacidades.

Graduada en Nutrición Humana y Dietética + Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la Universidad de Granada, volvió a lo rural para apostar por lo agro y la transición ecosocial desde el territorio. Actualmente técnico en el ayuntamiento de Almócita, DILAS en formación y comienzo de agricultora. Su principal campo de interés es la sostenibilidad de los sistemas alimentarios o ¿cómo vamos a hacer para seguir alimentándonos con la que se nos viene?’

Marta Miranda García